19 setembro 2007

Poesia Argentina II

Néstor Perlongher

El pavo real

No puede haber acción
donde falta sonido incidental:
y aquí no se oye nada, la noche misma llega
como un estremecerse de las hojas.
Lo oscuro se forma entre los sauces,
en el agua atrapada por las toscas.
Pero veo o creo ver
un pavo real en la casa
junto al río que parece mar.
Así acaba el año.


Un incendio, probablemente

Mirás el aire y no podés creer
que sean toneladas de ceniza
las que lo vuelven púrpura de a ratos.
Es la hora en que las lanchas vuelven
al muelle pintado de blanco.
Todo presente, todo provisorio:
ni quedan huellas en el agua, ni guarda
una noche memoria de las otras.
Si es cierto que es un bosque que se quema
la mañana helada encontrará los palos
humeando en algún lado:
rayas de carbón en la pared de un presidiario,
cada cuatro una rama quebrada
atraviesa los troncos verticales
— un día pasó, distinto de los otros.
Pero dónde, no lo sabemos,
ni nos consta que así sea y ni siquiera
ha caído la noche.
Estamos tan al sur, tan dentro del verano,
que oscurece tarde, muy tarde.


Hexagrama

Si esas nubes fueran la forma que adoptan
en la mente de un ogro sus problemas
y esos problemas, a pesar
de su apariencia tosca, fueran
la sombra de enigmas que exceden
la modesta imaginación ogruna, entonces
el relámpago, que no pesa nada, sería
la solución. Así nacen los truenos,
la lluvia y las montañas.
Algunas de estas líneas son fijas;
otras, pueden mudar en sus contrarias:
nadie llega a distinguirlas, sólo
el que abrió la bolsa pequeña de gamuza
y arrojó seis veces las monedas
mirando la tormenta a través de los dibujos
que otro, sin pensar, había hecho
en el vidrio empañado.


Arte polémica

La picada del ganado
cortada entre las cañas
baja bruscamente, llega al río:
el ángulo de la visión se abre de un golpe
al agua centelleante y las tranquilas
playas que en primavera soportaron
el peso del deshielo.
La polémica de Plinio
entre lumen y splendor,
luz que modela en el espacio
y luz que absorbida o reflejada
permite conocer la superficie de las cosas,
queda saldada a favor de splendor.
Para brillo, esta ceguera repentina
en la playa de piedra,
y para opacidad unas ratonas
que saltan en un hueco del barranco
disimulado por las flores del anís.
Profundidad, no es necesaria, alcanza
y sobra con lo curvo del paisaje
colgando boca abajo en el rocío.



Javier Adúriz

Piercing

1
Hijo, qué sorpresa me das
con ese sólido arito colgándote del iris.
Pasear un cuerpo atado a las pulsiones
es inquietante sí, por lo que sabe
a revuelta generacional…
Lo nuestro fue más ensoñado siempre.
¡De verdad!, no creo que hayamos sido
unos ilusos mejores o peores. Que yo sepa
el sol salía igual que para ustedes
mientras el mar batía los acantilados…
Fuimos masacrados nada más.
Quiero ser directo, disculpame.
La diferencia radica tal vez en los matices.
Como ayer, la historia hierve como ácido.
No te rías. Por qué buscar solución
en la materia, si la cuestión del espíritu urge.
Pero es cierto, no tenemos derecho a importunar:
la ley del fracaso no levanta la voz.
Aún así, guarda un vago consuelo
sostener pensamiento sobre casi todo.
Opinar fue la forma de ser libres. Sí,
más mentira para más verdad…
No me pegues, nadie te quita la palabra
aun cuando sea tan gestual lo tuyo.
Y no sabés cuánto reconforta, viejo,
que hayas resuelto confiarme el sueño.
Aplicarte un ancla en el escroto
no suena nada mal, habida cuenta
que parece otro gesto para el aquí y ahora,
esta turra injusticia que nos ahoga a todos:
eso tanto más viejo que nosotros,
que vos y yo.



2
Viejo, siempre en estado de pancarta.
No entendés nada. (Tampoco hay tanto
que entender, poner el cuerpo nada más.)
Me hablás de espíritu. De qué espíritu
hablás. ¿No ves que eso de ser libre
brilla sólo en tu baldosa? ¿No ves
la radiación por todas partes?
Vivís entre abstracciones. No quiero ir
a tus libros ni al pasado. Entre otras cosas
porque ahí estás vos y tu ficción
de perdedores. No quiero terminar
llorando y, ¿sabés?,
me voy a perforar el cuerpo y pintar
la carne hasta que se me dé la gana…
Digo,
¿por qué no fumamos uno de los buenos
y la seguimos disueltos en el humo?




Voces en la urbana llanura (antología de poesía argentina contemporánea)

Selección Esteban Moore y Jorge Rivelli.
Introducción Esteban Moore.

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