Areté
Se ponen del lado de Aquiles porque un rey prepotente merece ganarse adversarios. La arenga de Aquiles suena bien todavía: “aunque mi parte del botín nunca iguala a la tuya yo vuelvo a las tiendas teniéndola pequeña pero grata después de haberme cansado en el combate”. Le da un aire común al reclamo del semidiós que es inferior a un rey a la hora de los beneficios. Aquiles reclama su derecho al reconocimiento; el reconocimiento público del valor de cada uno es la areté. Él la defiende con el aplomo con que hoy se reclamaría, cheque en mano, un pago bancario negado. La areté es algo que se “aísla” –se comprueba que existe- en una clase de literatura, así como en la de química se aísla un elemento en el tubo de ensayo. Algo que no se olvida.
No existe otra palabra que ayude a ver qué es eso, a qué se debe eso que le venía pasando a una y que no se sabía qué era: ser defraudada por la indiferencia de los demás. Y que la indiferencia era, directamente, injusticia. Y que tres mil años atrás, era ilegal.
Los hombres
juegan en equipo. Esa práctica
de dividir al medio y tener de rival
a una mitad y a la otra de aliada
es jugada
maestra. Ordena
el mundo.
Vende
locus
amenus.
De talud
a tribuna numerada.
Hijos de las metáforas
las ideas
no se matan un fantasma
recorre Europa toda Dinamarca
es una cárcel
hay algo entre la tierra y el cielo que no había soñado
tu filosofía
no nos bañamos dos veces en el mismo río
todo lo sólido se disuelve en el aire
en el tren del
progreso
(una laguna lúgubre
de monedas de plata) el tiempo es
oro dadme
un ordenador
y os daré la globalización
navigare necesse
dadme mi caballo
Descendientes de
imágenes:
el que no tiene
nada
lo tiene todo sólo sé
que no sé nada no tenéis
para perder más que
las cadenas
la poesía
no se vende
porque no
se vende
la poesía tiene como fin la verdad práctica
la poesía es del que la necesita
la poesía debe ser hecha por todos
el paisaje es un estado de alma el pueblo / unido / jamás será vencido
quedará en la leyenda / esta guerra este volcán / los días de balachaiev / los soldados del soviet
/ los días de balachaiev / los soldados
del soviet /
Cuando despertó el elefante todavía estaba allí.
[Do livro morada móvil]
Tatiana Oroño é de São José, Uruguai. Poeta e profesora de Língua e Literatura Espanholas, com mestrado em Literatura Latinoamericana. Já publicou El alfabeto verde, 1979; Poemas, 1982; Tajos, 1990; Bajamar, 1996; Tout fut ce qui ne fut pas, ed. Bilingüe, 2004.
Adorei conhecer (por aqui) algo sobre Tatiana Oroño!!
ResponderExcluirexcelente!!